martes, 12 de abril de 2011
lunes, 11 de abril de 2011
Ha muerto Cándido Pozo
Fallece el sacerdote jesuita Cándido Pozo Sánchez
El sábado 9 de abril, en la enfermería de la Compañía de Jesús en la capital malacitana (municipio de El Palo, en el Colegio de San Estanislao de Koska), falleció Cándido Pozo Sánchez, sacerdote, jesuita, escritor y destacado teólogo. El 3 de diciembre cumplió 85 años. Pertenecía a la Compañía de Jesús desde 1943 y era sacerdote desde 1952. Fue miembro de la Comisión Teológica Internacional durante 17 años y siempre sobresalió por su ortodoxia y claridad.
Su trayectoria puede describirse como un abrazo permanente con la Iglesia de Cristo: profesor en Roma, en la Pontificia Universidad Gregoriana y en el Teresianum, en las Facultades de Teología de Granada y de Burgos, en el Instituto Teológico San Ildefonso, de Toledo, en el Seminario de Segorbe-Castellón, en el de San Pelagio, de Córdoba, y en el Redemptoris Mater de Takamatsu, en el Japón, y de un modo bien significativo vinculado al Papa, entre otras cosas, con su participación destacada en la Comisión Teológica Internacional, en el Sínodo de los Obispos y en la elaboración del Catecismo de la Iglesia católica.
El padre Pozo, destacó por su ejemplo de amor a la Iglesia y de humildad, recordémoslo en sus palabras diciendo que, «si no se es humilde, no se es hijo, y si no se es hijo ni humilde, no se puede hacer teología».
Descanse en Paz.
domingo, 10 de abril de 2011
Lunes V Cuaresma
Daniel 13, 41-62, Sal 22, Juan 8, 1 –11
Cuando éramos jóvenes decíamos: “Que Dios me libre de mis amigos, que de mis enemigos ya me libro yo”
“Los letrados y los fariseos le traen a una mujer sorprendida en adulterio.” Es el pecado más vistoso del evangelio de hoy, pero no el más grave. La mentira, la falacia, la simulación y la difamación, añadidas al odio, al rencor y el deseo de venganza de los que la presentan ante el Señor, son pecados mucho más graves, aunque más ocultos, porque incluso se visten con ropajes de ortodoxia.
Claro que con estas características, no está muy lejos de aquellas personas que tenemos tan cerca, algunos se llaman amigos, e incluso te sonrían por la calle, pero luego…, eso es otro tema, pero no deja de hacer complicada la vida de los demás, difícil la relación y casi imposible la confianza en los que te rodean, porque al final siempre termina en un no se… dicen, que han dicho, pero… yo no se, y tiran por tierra la reputación, la honestidad y el buen nombre de las personas.
Luego se arregla diciendo que los pueblos son así, pues así seguiremos, pero lo seguro es que así no nos convertiremos (en nada bueno, en malo seguro que sí, si es que se puede ser peor).
La critica y el chismorreo, es lo que jurídicamente se llama, injuria y difamación.
sábado, 9 de abril de 2011
Domingo V Cuaresma
Jn 11, 1-45
"Yo soy la resurrección... El que cree en mí, aunque mueran, vivirán..." Podemos creer o no. Pero si estas palabras las creemos, todo el conjunto de nuestra vida y de nuestra historia toma un cariz nuevo, abierto y esperanzado. El evangelio de este domingo nos invita a confiar en el Señor.
Ellas creyeron y Lázaro volvió a la vida. Fiarnos de Jesús, confiar en Él, aunque las apariencias nos inviten a lo contrario, aunque se haga esperar la respuesta, aunque parezca que estamos en un callejón sin salida. Confiar siempre.
En el dolor y en la alegría... Él siempre nos ama.
jueves, 7 de abril de 2011
Viernes IV Cuaresma
No Había llegado su hora (Juan 7, 1-2. 10. 25-30)
Es un misterio grande cómo se conjuga el designio de Dios con la libertad del hombre. Ni Dios anula la libertad humana, ni esta puede impedir el cumplimiento del plan divino.
Podríamos decir que es la vida la que nos va guiando, porque aunque nosotros podemos planear unas cosas u otras, a la hora de la verdad, es la vida la que nos va diciendo por dónde tenemos que ir.
Llevar una vida confiada a los designios de Dios, sin apresurarnos y sin retrasarnos, que difícil cuando queremos marcar nosotros el ritmo. Confía en el Señor, espera en Él, que cada cosa tiene sentido en su momento y no en otro.
La hora de Jesús es, cuando el tiempo se abre por la cruz, a la eternidad misericordiosa del Padre. Como cambia la vida después de darnos cuenta de lo que Dios quiere de nosotros y terminas por decirle, vale cabezota, ya me he enterado, estoy en tus manos, haz de mi lo que quieras, sea lo que sea, porque sé que es mi bien.
miércoles, 6 de abril de 2011
Miércoles IV de Cuaresma
Para que lo entienda mi abuela “cuando la Trinidad va de visita fuera, las tres personas, (Padre, Hijo y Espíritu Santo) van cogiditas de la mano y no se sueltan nunca”
Dogmáticamente hablando: “En las relaciones “ad extra” las Tres Divinas Personas actúan juntas. Es decir, el Padre, no crea separado del Hijo ni del Espíritu Santo, ni tampoco el Hijo redime el mundo por su cuenta sin contar con las otras dos Divinas Personas. Como es un solo Dios hay unidad de acción”.
Pero más allá de la dogmática, que es importante conservar para no introducir divisiones en Dios, hay una enseñanza espiritual
Enseñanza espiritual: Jesús, también en su Humanidad, está metido en el corazón del Padre: “Porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.
Nosotros debemos amar lo que hacemos. No podemos conformarnos con hacer las cosas bien, sino que debemos, en todo, buscar la voluntad de Dios. Una cosa es la santidad, que es conformación con el querer divino, y otra el perfeccionismo que puede (si nos descuidamos) llevarnos a la vanidad. Han existido herejes que hacían muchas cosas muy bien y que incluso eran reconocidos como modelos virtuosos. Pero lo que Jesús nos enseña es a querer lo que Dios quiere; es decir, a unir nuestro corazón al suyo, a meternos en el corazón del Padre.
Ese corazón nos ha sido mostrado por el Hijo. Si no conociéramos al Hijo tampoco sabríamos nada del Padre. Por eso a través del Corazón de Jesús aprendemos a conocer la voluntad de Dios.
viernes, 1 de abril de 2011
Domingo IV Cuaresma
Del Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2011
El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de nacimiento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer en él a nuestro único Salvador. Él ilumina todas las oscuridades de la vida y lleva al hombre a vivir como «hijo de la luz».