jueves, 14 de abril de 2011

Viernes V Cuaresma

Jr 20,10-13, Sal 17, 2-7, Jn 10,31-42

"No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo hombre, te haces Dios". Dan ganas de decir gracias, ahora estoy más tranquilo, es como cuando disfrazamos nuestros pecados con nombres de virtudes. Por ejemplo, decimos: “yo soy muy sincero, y eso a la gente no le gusta”. Ser sincero es decir la verdad y cuando una persona está ofuscada por la indignación, las verdades escasean, decir lo que se siente no es sinceridad; muchas veces es más bien una impertinencia. El hombre sincero sabe callar lo que siente para dejar que prime la verdad.

Las acusaciones de desorden público, incitación a la rebelión fiscal, y blasfemias contra el Templo, pierden su valor frente a las palabras del evangelio, dichas, con las manos llenas de piedras y los labios de odio: "No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo hombre, te haces Dios".

Esto es lo que hacía "insoportable" la presencia de Jesús entre los hombres: que reclamaba para Sí el puesto de Dios... Jesús, esto es mucho reclamar; eso no se lo damos a nadie.

Porque tener un Cristo que decora un dormitorio es bonito; tenerlo en una peana, y pedirle cosas, es práctico; llevarlo colgado del cuello puede ser estético; tenerlo recluido en los momentos de oración, es tranquilizante; tenerlo preso en la Iglesia, en el Sagrario, o en el confesionario, es hasta reparador... Pero dejarle ser lo que es, dejarle ser Dios, dejar que tome posesión de nuestra vida, de cada segundo y de cada respiración, de cada rincón de la existencia, hasta de los más íntimos... ¡Eso es demasiado! Ese papel -el de Dios- lo reservo para mí: yo decido sobre mi vida, yo elijo lo que le doy a Dios, yo marco los tiempos, yo coloco el Crucifijo donde quiero... ¿Comprendes ahora por qué murió Cristo? ¿Comprendes ahora que hemos sido nosotros quienes le crucificamos? ¿Comprendes ahora que el dejar que Jesús sea Dios no es llevar colgado un Crucifijo sino, como María, ser todo tú Crucifijo?

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