domingo, 27 de marzo de 2011

III Domingo de Cuaresma

Querida Samaritana, que recibiste del agua que brota para la vida eterna, debió de ser un tanto sorprendente ver como se cambiaban los papeles, de decirle al Señor “que agua me vas a dar si no tienes cubo para sacarla”, a encontrarte ante quien a ti te pedía, pidiéndole para dejar de tener sed.

Un momento con Jesús siempre es una gracia, todos nosotros podemos encontrarnos con Cristo, pero eso no nos convierte directamente en seguidores suyos, necesita de un proceso tranquilo y confiado, porque siempre encontramos en el camino cosas que nos distorsionan la percepción, apartándonos del camino, es el tributo a la condición humana.

Necesitamos dar el paso a la transformación, a la oración, a la confesión que nos libre de esa carga que nos hace sentirnos más débiles, tristes y desafortunados, dejándonos sedientos de felicidad y de amor para poder disfrutar de esa agua viva que brota para la vida eterna.

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