jueves, 31 de marzo de 2011

Viernes III Cuaresma

El mandamiento del amor tiene dos partes: amar a Dios y amar al prójimo. Santa Catalina de Siena, refiriéndose a la promesa del Señor de que “donde hay dos o más reunidos en su nombre que Él estará con ellos”. Entiende que los dos están en disposición de guardar el primer y principal mandamiento, cuando es así, podemos decir que estamos reunidos en su nombre. Si falta la caridad ninguna multitud, por grande que sea, es capaz de hacer presente al Señor. Pero donde hay amor Dios está presente.

Recordemos también a 1Jn 4,20 “si no amas al prójimo a quien ves como puedes amar a Dios a Quien no ves” y también dirá “quien dice que ama a Dios y no ama a su hermano, miente” 

El tiempo cuaresmal nos invita a hacernos preguntas verdaderas. Y desde ellas cambiar el interior. Eso supone tomarse en serio la propia vida espiritual; dejar de verla como algo secundario y afrontarla en serio. Así lo hace el escriba. Su pregunta, traducida a nosotros, dice: ¿qué es lo más importante de mi vida? ¿Dónde debe estar el centro de todo lo que haga?  ¿Qué es lo que no debe faltarme?

Puestos delante del Señor tenemos que preguntar aquello que ya sabemos. El escriba conocía ya la respuesta del Señor. Pero necesitó confirmar ante el mismo Hijo de Dios lo que ya sabía.

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