lunes, 25 de abril de 2011

Lunes Octava de Pascua

IMG_0360

“Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais.” Los apóstoles (hombres que habían demostrado su valor abandonando a Cristo en las horas difíciles) se disfrazan para robar cadáveres moviendo una pesada losa, mientras los soldados disfrutaban de un sueñecillo reparador. No sé si la historia tuvo éxito en su tiempo, pero ahora parece que si.

Hoy a muchos les han robado a Cristo, no han conocido nunca y nunca han tratado al Dios encarnado para nuestra salvación, entregado para nuestra justificación, resucitado para nuestra glorificación. Solo conocen un Jesucristo lleno de normas y consejos morales, pero que parece incapaz de pronunciar las primeras palabras que salen de sus labios una vez resucitado: “Alegraos”, “No tengáis miedo”.

Nos roban a Cristo y nos presentan otro cuyo fruto es la rutina, la tristeza, el desencanto, las caras largas, la angustia, la depresión, el desconsuelo. Nos quitan a Jesucristo de la historia para convertirlo en un personaje de cuento.

“No tengáis miedo”, así comenzaba el Papa Juan Pablo II su pontificado. “No tengáis miedo”, así comienza Cristo resucitado a dar sentido a toda la historia de la Salvación. No tengas miedo a decirte en tu interior: “No quiero que nadie me robe la alegría. Me niego a que me cambien la buena noticia que es proclamada por esas santas mujeres, por Pedro –valiente otra vez-, por la Iglesia en toda su historia, ¡hoy!. Renuncio a las falsas imágenes de Dios que me impiden acercarme a la alegría, acercarse a Cristo es acercarse a la alegría auténtica del corazón que ama sin temor, sin miedos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario