jueves, 7 de abril de 2011

Viernes IV Cuaresma

No Había llegado su hora (Juan 7, 1-2. 10. 25-30)DSCN4332

Es un misterio grande cómo se conjuga el designio de Dios con la libertad del hombre. Ni Dios anula la libertad humana, ni esta puede impedir el cumplimiento del plan divino.

Podríamos decir que es la vida la que nos va guiando, porque aunque nosotros podemos planear unas cosas u otras, a la hora de la verdad, es la vida la que nos va diciendo por dónde tenemos que ir.

Llevar una vida confiada a los designios de Dios, sin apresurarnos y sin retrasarnos, que difícil cuando queremos marcar nosotros el ritmo. Confía en el Señor, espera en Él, que cada cosa tiene sentido en su momento y no en otro.

La hora de Jesús es, cuando el tiempo se abre por la cruz, a la eternidad misericordiosa del Padre. Como cambia la vida después de darnos cuenta de lo que Dios quiere de nosotros y terminas por decirle, vale cabezota, ya me he enterado, estoy en tus manos, haz de mi lo que quieras, sea lo que sea, porque sé que es mi bien.

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