martes, 12 de abril de 2011

Miércoles V Cuaresma

Daniel 3, 14-20. 91-92. 95, Dn 3, 52. 53. 54. 55. 56, san Juan 8, 31-42

“Estar quemado” es una expresión muy utilizada en España.  Estar “quemado” es haberse rendido en la lucha contra el sufrimiento, las dificultades y haber aceptado la derrota. Algunos, al más mínimo indicio de sufrimiento, se queman y ya no sirven para nada... y hay otros que, por mucho que sufran, parecen no quemarse nunca: siempre luchando, y de buen humor...

Los tres jóvenes, Sidrac, Misac, y Abdénago, introducidos en el horno, (imagen de los sufrimientos de esta vida: donde muchos viven rodeados de dolor) han confiado en el Señor, han sido fieles y han triunfado, por eso no salían quejas sino cantos, alabando a Dios... Hoy siguen entre nosotros ¿No los has visto tú? Yo sí: en los hospitales, en los tanatorios, en el confesionario; tienen cáncer y sonríen en paz mientras te hablan de Dios y del cielo... Ha muerto un amigo, y te mira con cariño mientras se seca las lágrimas y dice “Dios sabe más”... Es víctima de una injusticia, y ora con paz por quien le hace daño... Sí, los vemos todos los días: sufren sin quemarse, pasean alabando a Dios en medio de las llamas de los dolores de la vida.

El cuarto parece un ser divino”. Ahí lo tienes: el milagro es posible desde que el Hijo de Dios, se introdujo en nuestro horno y se encaramó al Madero, Él es quien ha transformado el sufrimiento en un lugar maravilloso y encendido de Amor. Mírale a Él, mira a María... Y coge su mano... ¡Ya no te quemarás!

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