miércoles, 6 de abril de 2011

Miércoles IV de Cuaresma

Para que lo entienda mi abuela “cuando la Trinidad va de visita fuera, las tres personas, (Padre, Hijo y Espíritu Santo) van cogiditas de la mano y no se sueltan nunca”

Dogmáticamente hablando: “En las relaciones “ad extra” las Tres Divinas Personas actúan juntas. Es decir, el Padre, no crea separado del Hijo ni del Espíritu Santo, ni tampoco el Hijo redime el mundo por su cuenta sin contar con las otras dos Divinas Personas. Como es un solo Dios hay unidad de acción”.

Pero más allá de la dogmática, que es importante conservar para no introducir divisiones en Dios, hay una enseñanza espiritual

Enseñanza espiritual: Jesús, también en su Humanidad, está metido en el corazón del Padre: “Porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.

Nosotros debemos amar lo que hacemos. No podemos conformarnos con hacer las cosas bien, sino que debemos, en todo, buscar la voluntad de Dios. Una cosa es la santidad, que es conformación con el querer divino, y otra el perfeccionismo que puede (si nos descuidamos) llevarnos a la vanidad. Han existido herejes que hacían muchas cosas muy bien y que incluso eran reconocidos como modelos virtuosos. Pero lo que Jesús nos enseña es a querer lo que Dios quiere; es decir, a unir nuestro corazón al suyo, a meternos en el corazón del Padre.

Ese corazón nos ha sido mostrado por el Hijo. Si no conociéramos al Hijo tampoco sabríamos nada del Padre. Por eso a través del Corazón de Jesús aprendemos a conocer la voluntad de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario